viernes, 18 de diciembre de 2009

Apostando por su vida

Ella llegó a su lugar de trabajo. Le pidió al chofer que esperara un rato por si no podía entrar. Se puso a un costado de la puerta a esperar por algún hombre solo con quien poder pasar, ya que las restricciones no permiten acceder al local sin pareja. Un hombre trajeado con rostro familiar se le acerca un poco y le dice entre dientes que esta noche está presente el jefe de ellos, lo que significaba que no podía caminar mucho una vez dentro, pero a ella no le preocupaba mucho eso, sabía que su "virgencita" no la iba a desamparar esa noche.  

Finalmente se acerca un grupo donde aprecia con facilidad que son latinos, y aunque no sería lo ideal para la noche, era lo que necesitaba para pasar cuanto antes, por lo que decide acercarse. -Buenas noches -les dice en tono delicado- ¿Podría pasar con ustedes? Es que no tengo pareja y no puedo entrar sola, yo les daría el dinero del ticket. 

Por las primeras reacciones que vió en sus rostros cuando la observaron se dió cuenta que había acertado en la elección que había hecho. Y cómo negarse, si más que una tentación, aquella blanca palidez sobre esa delgada silueta mezclada con aquel rostro que llevaba exceso de maquillaje para opacar la corta edad (objetivo no alcanzado), era la imagen de la inocencia en persona.

Luego de entrar y acomodarse en su asiento, ella recorre con su mirada el lugar. La jornada promete, aún no son las 11 de la noche y todas las mesas están llenas. Y es que a pesar de ser martes, es bien sabido por todos que es uno de los mejores días de la semana para trabajar, ya que asisten bastantes turistas y pocos cubanos, y así no corre tanto riesgo de encontrar alguna cara conocida. Pero cuando se está tan metida en ese mundo, con el tiempo se pierde el temor de que descubran los demás su profesión, pues la trampa de querer más y más hace que vaya desapareciendo todo el pudor que un día hubo.

Y comienza la cuenta regresiva. Sabe que cada minuto que transcurre es una oprtunidad que se escapa de poder salir cuanto antes de ese lugar en compañia de alguien que pague por tener un cuerpo joven en su cama. A medida que va pasando el tiempo aumentan las posibilidades de que lleguen más como ella, y queden menos como ellos. Pero esa noche sabe que la suerte la acompaña, en el grupo con el que pasó hay unos cuantos que podrían ser los candidatos ideales, así evitará hacer lo que le prohibieron cuando entró, y es que a veces se cansa de caminar de un lugar a otro mostrando la mercancía esperando que algún regordete colorado le haga una seña para terminar lo que sería la primera parte de su infierno.

-¿Es su primera vez en Cuba? -le pregunta a quien se ha sentado a su lado.
-La verdad que sí, ésta vez nos tocó a nosotros -responde él con desenfado
-¿Les tocó? ¿Pero de dónde son ustedes? -pues por más conocido que le paraciera su acento, no tenía definida su procedencia, y es que no es el turismo con el que está acostumbrada a tratar.
-Somos venezolanos, hemos venido en la comisión que ha acompañado a nuestro presidente para la Cumbre del Alba -dice él.
-Ah... ¿y qué les ha parecido Cuba? -es la clásica pregunta que noche tras noche hace en el mismo lugar a posibles clientes, no importa de qué país vengan.
-Pues la verdad... -dice él mientras cambia la mirada para tratar de hallar la respuesta correcta-. Te podría decir que no es lo que esperábamos, pero sí, está bastante bien.
-Lo mejor y lo peor de Cuba es que nunca será lo que ustedes esperan que sea -afirma ella en tono resignado.

Cuando escucha éste tipo de comentarios se queda pensando, porque sí, quizá sea cierto lo que decían, en verdad lo era, pero, qué sabían los que venían de otros países de lo que realmente era Cuba, si 15 días no son suficientes para conocer una nación, su pueblo, sus necesidades y menos el motivo de las mismas. Era muy fácil venir y desde el último piso de un hotel lujoso o desde atrás del timón de un carro caro, o incluso desde una camilla tumbada sobre la arena de la playa, juzgar a Cuba y a los cubanos. Claro estaba para su mente que siempre se iban a llevar las respuestas equivocadas. Pero mejor lo dejaba pasar, su objetivo en ese lugar no era hacerle entender a nadie su punto de vista, más bien era no perder los 40 CUC que había tenido que invertir entre los 10 del taxi, los 10 de la entrada y los 20 que debía pagar al personal de la mal llamada "seguridad", algo que le hizo recordar que debía levantarse para pagar el dinero que aún debía.

Pide permiso para ausentarse por un momento. Camino al baño (que era donde siempre estaba el custodio encargado de recoger el dinero), saluda a sus colegas, cuyos rostros son vistos por ella con más frecuencia que el de su madre y su hermana, a quienes dejó en su provincia de origen, rostros conocidos desde su infancia y que ahora sólo se dan un frío saludo pues en este negocio la amistad es algo que estorba. Aquí lo único importante es la rapidez y agilidad que se tiene para hallar lo que se busca y salir a tiempo de aquel lugar antes de que otra se lo arrebate haciendo una oferta más barata o realizando gestos mas obscenos, ya que en la guerra, en el amor y en la prostitución todo es permitido.

Hoy está más nerviosa de lo normal, pues ha tenido que venir sola. Días como éste lo común hubiera sido que su novio la acompañara hasta la entrada del lugar y se quedara afuera junto a otros más como él. vigilando que todo esté bajo control. En caso que surja algún inconveniente, él le avisaría por el móvil que saliera, o bien entraría para irse lo antes posible sin mayores complicaciones, que ellos saben que pueden ser bien grandes si no están muy atentos a cualquier anomalía.

Vuelve a su lugar, debe asegurarse que su acompañante será el cliente que tendrá ésta noche, pues en caso de no ser él, debería abandonar la mesa apenas terminara el espectáculo y empezar todo de nuevo. Cree que ha logrado su objetivo, aunque percibe que hay indecisión. Pero eso no es un problema para ella, pues a su temprana edad sabe justo lo que debe hacer para conseguir lo que quiere de un hombre, conoce con exactitud los puntos débiles que tienen, sabe que si hay una indecisión, hay una oportunidad. Esto no se lo ha enseñado la madre en una clase tradicional del tipo madre-hija que se tienen en muchas familias, esto no se lo ha contado ninguna amiga, no es un secreto descubierto en algún libro escrito por un sabio; esto se lo ha enseñado la vida, los golpes, las numerosas experiencias que ha acumulado desde que decidió comenzar la vida fácil más difícil que ha existido.

Finalmente deciden marcharse, y ya es costumbre que ella sea la primera en hacerlo. Las demás no tienen nada que envidiarle, unas son más bonitas, otras más baratas y algunas hasta acceden a proposiciones que aún para ella resultan indecorosas, pero todas saben que lo que no consiga ella, no lo conseguirá nadie. Él, se va sonriendo como quien ha ganado un trofeo; ella, también lo hace, pero obviamente por razones diferentes, está pensando que mañana debe levantarse temprano para mandarle el dinero que le faltaba a su madre para terminar de arreglar el baño de su casa. Está feliz, ahora sólo le queda juntar para reconstruir el resto de la vivienda... Ya falta menos, y quizás en un futuro tenga la voluntad necesaria para adaptarse a ganar en un mes la décima parte de lo que hoy por hoy gana en una noche.
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